Mark Duffy. Vote No. 1, 2014
En su reseña del libro Vote No. 1, de Mark Duffy, el crítico Brad Feuerhelm dice que los políticos son la antítesis de lo vendible. “Cuando piensas en estas imágenes, ampliadas a gran escala, de los -poco seductores- políticos en campaña en todo el mundo, empiezas a pensarlas en términos de antipublicidad.” Vote No. 1 obtuvo el primer premio en el concurso de Fotolibro de Viena en 2015 y desde esa fecha ha sido ampliamente difundido en Europa, recibiendo las mejores críticas, en las que me parece que no influye solamente el giro contemporáneo que le da el autor al género del retrato, sino el hecho de que la serie ofrece una visión poco complaciente (algunos le llaman “grotesca”) de las fisonomías de los personajes políticos. En realidad ese proyecto está concentrado en las superficies, cuyo supuesto realismo se desmorona en el espacio urbano, a la intemperie, bajo la lluvia, la basura, las moscas o el viento que pliega un cartel, haciéndolo más caricaturesco, destacando su carácter de superficie sin contenido. Al enfatizar lo artificial de las representaciones Duffy está enfatizando lo artificial de las poses (la "postura" política como pose, el discurso político como construcción pre-diseñada) y la sustitución de la ideología por el plástico, el brillo, el retoque y el maquillaje, buscando un ideal de perfección post-humano, que de pronto se ve arruinado por la impertinencia de un tornillo en la frente.
Mark Duffy. Vote No. 1, 2014
Feuerhelm aprovecha para mencionar dos fotolibros con los que Vote No. 1 guarda bastante afinidad: Stump (2012), de Christopher Anderson, y You Haven't Seen Their Faces (publicado en 2015), de Daniel Mayrit. El primero es calificado como "un acercamiento radical al espectáculo de los políticos norteamericanos, marcado por un partidismo sin precedentes, de manera más notable durante la reciente campaña presidencial." Es también una serie de retratos, pero su característica es que lo grotesco -a veces repulsivo- aparece al congelarse los gestos de los personajes. Otro dato importante es el de la edición, con la que se van conformando tipologías que conectan unos retratos con otros, a partir de un rictus, una mirada, una sonrisa, que producen parentescos entre diferentes personajes, como si todos estuvieran "cortados con la misma tijera". Parece una organización de las formas de acuerdo a un principio fisiognómico, como si la teoría lombrosiana encontrara su mejor aplicabilidad entre los miembros de las cúpulas políticas.
En esto y en la cualidad visual de las imágenes (iluminación, contraste, saturación o encuadre, por ejemplo) es evidente la manipulación por parte del autor (es la subjetividad del autor lo que funciona como un filtro, en última instancia), de modo que la serie nos coloca ante una disyuntiva: tal vez esas expresiones revelen una cierta vulgaridad oculta bajo el tamiz de sofisticación con que se cubren los políticos, pero tal vez lo que se revele sea la poca confiabilidad de la fotografía como reflejo del "alma". En todo caso la manipulación subraya esos lapsos de humanidad, en los cuales aparecen las imperfecciones de las personas, que solamente son disimuladas mediante otras manipulaciones.
Christopher Anderson. Stump, 2012
En la serie de Mayrit el proceso técnico y la estructura conceptual son más complejos. You Haven't Seen Their Faces parafrasea el título del conocido libro de Margaret Bourke-White y Erskine Caldwell (You Have Seen Their Faces, 1937), pero a diferencia de aquel potente relato sobre la pobreza en Estados Unidos, este proyecto se concentra en las identidades de los poderosos. Los retratos de los políticos y grandes empresarios son intervenidos para que se asemejen a las imágenes obtenidas con cámaras de vigilancia, con lo cual no sólo se elimina el glamour, sino que se representan las figuras del poder como sometidas a escrutinio; como si los políticos no solamente estuvieran bajo sospecha ante el ciudadano común, sino ante la misma estructura de poder a la que pertenecen. Pero lo que más parece interesar a Mayrit de las cámaras de vigilancia es su función represiva y su vínculo con un mecanismo colectivo de creencia en la imagen acusatoria (ese mecanismo, con el que se confirma la función acusatoria del índice, era criticado ya en la serie The Innocents, de Taryn Simon). En su explicación de la obra, Mayrit recuerda que "meses después de los disturbios de Londres, en 2011, la policía metropolitana repartió panfletos en los que se describe a los jóvenes que presuntamente tomaron parte en esos eventos. Imágenes de muy poca calidad, casi amateur, fueron dotadas de incuestionable autoridad, dado el dispositivo con el que fueron tomadas las fotografías (circuitos cerrados de TV) y la institución que las distribuía." Al dirigir las cámaras hacia quienes son presentadas como las 100 personas más poderosas de Londres, Daniel Mayrit está invirtiendo la dirección hacia donde apuntan usualmente la vigilancia y la sospecha, para, según sus palabras, "virar las cámaras hacia quienes las controlan."
Daniel Mayrit. No. 10 most powerful Londoner: Antonio Horta Osorio, CEO of Lloyds Bank
Fuentes:
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