Tere Arvide
No había una vez. Manual de procedimientos
Mi mundo interior, hasta hace unos años, se circunscribía a la confidencialidad de expedientes clínicos y forenses de mi práctica profesional. Es mediante la gráfica, la fotografía y la escritura autobiográfica que encuentro el medio para expresar las historias, propias y de mujeres que vivimos los hechos y discursos que violentan y someten y que al mismo tiempo vamos modificando por nuestros actos de resistencia.
“No había una vez” es el eje del cuál parten mis proyectos transmediales, que intentan visibilizar las violencias en la vida y los cuerpos de las mujeres.
Es un proyecto de caminos difíciles pero luminosos. Mi proyecto foto y gráfico es joven; mi trabajo con las mujeres es viejo y lo nutre.
Recuerdo el día de tu nacimiento: un fuerte olor a papaya invadió el ambiente. El piso de la habitación se inundó con tus líquidos, esos que, durante meses, fueron tu filtro, alimento: tu universo. “Marítima” grité o eso creí.
Miro tu cabello ensortijado y tu cuerpo trémulo entre las manos de una mujer... el piso inundado de tus líquidos púrpura-viscosos...
Tu cabello negro, lacio y largo hasta los hombros, sujetado con una cuca blanca.
Tus ojos cafés claro como la castaña.
Tu nariz respingona, breve.
Tus labios delgados y algo pálidos.
Tu carita ovalada y color marfil.
La marca profunda de una mordida en tu mejilla izquierda.
Las cejas de azotador, como decían en la escuela.
Tus orejas perforadas y con pequeños troqueles.
El lunar sobre la frente. Decías que era una mosca.
La cicatriz en tu muslo derecho (de cuando, dicen, te caíste en el patio de tus tíos en Veracruz y nos asustamos tanto).
El día que no regresaste, tenias tus años y vestías uniforme.
Fue un viernes y un lunes y un domingo: cualquier día.
Venias de regreso a casa, acompañada, o ibas en un taxi o jugabas en la arena... dos vecinos dijeron que te vieron.
No regresaste a casa, pensé que todo lo que estaba ocurriendo, era un sueño: que te habías perdido, que se te había hecho de noche en el parque, que estabas noviando, que se te había prolongado la jornada o que, como por arte de magia, como en las películas, habías desaparecido...
Vocerío de mujeres.