Si Duchamp se lanzó sobre la vía de lo vulgar en el arte, fue para explorar y describir un ámbito particular en el que la fotografía es un avatar. Duchamp la utilizó como ejemplo semiológico de la estructura de ese estado del sujeto informe o fracturado que, hoy, podemos denominar Imaginario. Rosalind Krauss
En 1917 se presentó un urinario al salón organizado por la Sociedad de Artistas Independientes, de Nueva York. El objeto, titulado Fuente y firmado R. Mutt, fue rechazado por los organizadores del Salón, con el argumento de que no era una obra de arte. El hecho de que la primera fotografía que circulara de la "fuente" haya sido realizada por Alfred Stieglitz, fue casi una premonición de los cruces que se darían entre fotografía y arte a lo largo del siglo XX. Lo más irónico es que la revista donde fue publicada la foto se titulara "El ciego". En el contexto de The Blind Man, la fotografía de Stieglitz no es solamente la documentación de un ready made; ella misma parece una especie de objeto encontrado, misterioso, incluso mágico. Esa fotografía no sólo documenta la existencia del objeto, también la completa, completando simbólicamente el gesto atribuido a Marcel Duchamp. El propio Stieglitz escribió: “La fotografía del urinario es realmente una maravilla -Todo el que la ha visto piensa que es bella- y lo es. En esto hay un toque oriental -un cruce entre un Buda y una mujer velada.” El artículo que escribió Louise Norton en The Blind Man, a propósito de la “Fuente”, llevaba por título “El Buda del baño”. Allí hacía alusión a la misma metáfora que Stieglitz: “Alguien dijo: “Como un Buda adorable.” “Como las piernas de las mujeres pintadas por Cezanne”, dijo alguien más. ¿Pero esas mujeres, en su extensa y rotunda desnudez, no han evocado siempre en vuestra mente, las curvas suaves de los mingitorios?” El artículo de Norton tiene un exergo sin firma, en el que se lee un planteamiento crucial para el arte desde la época de Dadá: “No tiene importancia si el señor Mutt hizo la fuente con sus propias manos o no. Él la eligió.”
Esa declaración nos lleva a entender que esa obra no era solamente una propuesta revolucionaria sobre la definición del objeto artístico, sino una propuesta sobre la definición del autor. De hecho, esa declaración enfatiza la voluntad del autor como origen de la obra de arte. Ya el autor no estaría obligado a fabricar el objeto, legitimado por el dominio de cierta tecnología o por cierta habilidad manual, obligado a crear algo nuevo mediante la manipulación de la materia. El autor sería la persona que elige, que interviene, que decide, mediante el gesto y mediante el lenguaje, qué objeto será señalado como arte. El autor estaría definido entonces por su voluntad de apropiación y de intervención, tanto como por una voluntad de expresión y de comunicación. Creo que si trasladamos al campo de la fotografía esta primera definición de autor, descubriríamos que toda fotografía instantánea -incluso eso que llamamos "fotodocumentalismo"- tiene algo de objeto encontrado u objeto elegido. El autor en la fotografía es también alguien que selecciona, señala y traslada un objeto de un ámbito de la realidad a un ámbito de la representación. El acto fotográfico está regido también por la voluntad del fotógrafo. Este primer cuestionamiento puede servirnos de pretexto para otros más complejos: ¿Cuáles son los límites del objeto fotográfico?¿Cuáles son los límites del autor?
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