PÁGINA en BLANDO es una plataforma internacional para la des-educación
estética de fotógrafos y fotógrafas contemporánea(o)s, creada en 2011.
Fundada por Mabe Guzmán y Juan Antonio Molina
Pedagogía como des-educación
Juan Antonio Molina
Pese a la saturación e hiperrealización visual del mundo; pese a la obsesiva pulsión de registro (por la cual todo se convierte en un video o en una fotografía); pese al cansancio frente a la imagen, al artista visual le cabe la función de producir miradas inéditas, desplazar la percepción y producir conocimiento desde sus procesos de creación.
Javier Gil. Pensamiento visual y pedagogía
Ante la saturación de imágenes y las condiciones de hipervisualidad e hipericonicidad de la cultura contemporánea, ¿cuáles son los retos de la educación fotográfica? Si cualquiera puede hacer una serie de fotografías y subirlas a las redes sociales y cosechar miles de “likes”, ¿para qué sirve la escuela?¿Cómo marcar la diferencia? Y después de todo, ¿es importante marcar una diferencia? En todo caso, ¿Qué tipo de productores de imágenes queremos formar?
Creo que un término importante para explicar lo que hacemos es la noción de crítica. En Página en blando utilizamos instrumentos de los procesos de experimentación e investigación del arte y los aplicamos a la práctica fotográfica para producir proyectos que normalmente se llaman creativos, pero que nosotros calificamos como críticos. Un momento crucial en el proceso educativo es aquel en el que llevamos a los participantes a esa transición de una mentalidad creativa a una mentalidad crítica.
¿Crítica de qué? En primer lugar, en el salón de clases se mantiene una consistente crítica del proyecto artístico en proceso. Para su mejor efectividad, el autor-en-proceso (pues no sólo se está desarrollando un proyecto, sino también un autor) debe ir familiarizándose con el lenguaje de la crítica de arte y otras disciplinas afines. En segundo lugar, en la práctica se va vinculando la crítica del proyecto con la crítica del medio fotográfico, de su especificidad técnica, su historia y sus narrativas. Ahí es donde el participante debe sentirse libre para salirse de los límites del lenguaje fotográfico, de ser necesario.
En tercer lugar, y no menos importante, concebimos y llevamos a la práctica la crítica de arte como crítica de las representaciones y de los discursos dominantes, incluso en el campo extra-artístico.
Estamos convencidos de que el compromiso con la realidad no debe ser solamente visual, ni siquiera para un fotógrafo. Defendemos la idea de la fotografía como forma de participación, lo que es decir una práctica solidaria y social de la fotografía. No queremos formar genios solitarios, sino actores sociales que sean solidarios.
El programa educativo de Página en Blando es resultado de una mirada crítica hacia la fotografía y convierte esa percepción crítica en su eje principal. Cuestionamos a la fotografía en tanto objeto artístico, pero también en tanto objeto de la cultura de masas. Consideramos nocivo y reaccionario el uso (kitsch) que se hace de las imágenes cuando se ponen en función de la estandarización del gusto, del aplanamiento del discurso político y de la simplificación de lo real de los que depende el orden dominante. Desconfiamos de las expresiones convencionales de la belleza pues muy a menudo suelen esconder alguna forma de violencia simbólica o algún mecanismo de anestesia colectiva.
Investigamos el potencial simbólico de la imagen fotográfica para entender su arraigo en la vida cotidiana, en las representaciones de nuestro mundo y de las relaciones sociales, y su influencia ideológica. Esa investigación es lo que en gran medida constituye nuestro programa educativo. En consecuencia, nuestros alumnos son invitados a cuestionar los conceptos de verdad, objetividad y realidad, tan fuertemente arraigados en el discurso fotográfico.
También nos despiertan sospechas el propio concepto de educación fotográfica y las prácticas a él asociadas, que suelen sacralizar lo convencional, tratar a los aparatos como fetiches, normalizar la violencia simbólica y banalizar las experiencias estético-artísticas. Muchos alumnos principiantes llegan a P. en B. educados con estereotipos visuales, gustos y hábitos estéticos simplificados y expectativas que ignoran o al menos subestiman las enormes posibilidades de lo imaginario en las prácticas fotográficas; las enormes posibilidades que la expansión del campo del arte ofrece a dichas prácticas o las enormes posibilidades de la investigación artística e interdisciplinaria.
Des-educar es el principal reto de la educación artística en el campo de la fotografía. Implica re-programar los mecanismos de la relación con el arte, por medio de una práctica que paulatinamente va desplazando la atención desde los aparatos y la tecnología fotográfica hacia lo que Foucault llamó “tecnologías del yo”: proceso de autoconocimiento, (“…que permiten a los individuos efectuar, por cuenta propia o con la ayuda de otros, cierto número de operaciones sobre su cuerpo y su alma, pensamientos, conducta, o cualquier forma de ser, obteniendo así una transformación de sí mismos con el fin de alcanzar cierto estado de felicidad, pureza, sabiduría o inmortalidad…”), mientras se sale de los lugares comunes del discurso fotográfico, los estereotipos visuales, los prejuicios sobre el arte contemporáneo y otros vicios ideológicos propios de la cultura de masas: modelos de belleza que son clasistas, racistas y machistas, concepción sentimentalista y edulcorada de lo estético, desprecio por lo que se sale de una racionalidad pragmática, etc.